OH, Señor de los humanos, dótalo de un rostro lleno de optimismo, de ese optimismo que solo yo puedo expresar al menear mi cola.Dótalo de un espíritu de gratitud equivalente al que yo revelo con mi lengua, cuando le lamo la mano.
OH, Señor de los humanos, llénalo de una paciencia igual a la mía, cuando espero sus pasos pacientemente, durante horas enteras sin quejarme.Llénalo de mi instinto de vigilancia, de mi valor y presteza para sacrificar las satisfacciones de la vida.
OH, Señor de los humanos, consérvalo siempre joven de corazón y siempre inspirado en el anhelo de obrar tan lealmente como yo, siendo perro".
Extraído de: "El maravilloso mundo de los perros
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