Es una ceremonia religiosa incaica en honor al Inti, el dios-sol. Marca el solsticio de invierno en los Andes del hemisferio sur. El centro de la ceremonia es la fortaleza de Sacsayhuamán (a dos km. del Cusco) el 24 de junio de cada año.
El Sol, el dios principal de la Civilización Inka fue considerado como creador de todo lo existente. Presidía los destinos del hombre y del universo. Al astro rey de los Inkas, se dedicó la fiesta más fastuosa que se realizaba en Cusco. Se le debía adorar y ofrecerle sacrificios para evitar que en su largo periplo por el espacio celeste, abandone la tierra, a sus hijos y retorne brindando calor y alegría. Fueron varias las razones que impulsaron a la civilización inka a realizar los sacrificios y ofrendas al astro rey. Una de ellas fue que el Inka, al igual que la nobleza cusqueña u orejones eran considerados hijos naturales del Sol, a él debían su existencia, y debían corresponderle con sacrificios y ofrendas. Por otro lado, si la cosecha de maíz fue buena en el último año agrícola, había que agradecerle y si la cosecha fue mala, había que rogarle que el año venidero, les compense con una buena producción. Finalmente, en junio (solsticio de invierno) el Sol se iba alejando, los fríos aumentaban, en los amaneceres el agua estaba escarchada, por tanto, había que pedirle al Sol que volviera, que al rayar los crepúsculos matutinos no siguiera avanzando hacia el norte. Finalmente, había que testimoniarle al Sol, la eterna y total entrega de sus hijos, con sumisión y respeto.
Fuente: http://www.emufec.gob.pe/spanish/interiores.htm
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