Lo que viví esa noche no se lo deseo ni a mi peor enemigo (claro si es que lo tuviera). Creo que todo inició cuando a mi acompañante se le ocurrió trasladarnos en moto por las accidentadas calles de Villa el Salvador (aunque más parecen autopistas minadas por alguna guerra civil), ah me olvidé mencionar que era la PRIMERA VEZ que me subía a una moto y ahora que empiezo a reflexionar y recordar hechos pasados, me parece haber dicho alguna vez: ' Yo nunca me subiría a una moto, son tan inestables y van tan rápido ...' y ahora me pregunto por qué #@&%?# no recordé eso cuando me dijo: ' Te subes?' y yo toda boba con el casco en la mano, aún no podía creer que me estaba pasando eso ... hasta que dije que yo nunca me había subido a una y obvio tampoco sabía como hacerlo y sin ningún remordimiento de conciencia y sin presentimientos de por medio me monté y empezamos el que sería el último viaje de mi vida, en una moto, obvio.
El viento golpeaba mis ojos, las lágrimas empezaban a aflorar, entonces decidí bajar la visera del casco, esquivamos a perros y personas.
Ya estábamos por acabar cuando él decidió ir por la pista para llegar a uno de nuestros últimos lugares de entrega cuando pasó ...
Un forado en la pista puso fin al viaje, un cruce indebido y un auto nos hizo perder el equilibrio en aquel endeble artefacto. La luz del faro me hizo cerrar los ojos y el sonido de un golpe en seco me hizo sentir la fuerza del impacto.
Cuando reaccioné, estaba tirada en la húmeda tierra villana, el dolor empezó a recorrer todo mi cuerpo, el llanto empezó a aparecer, me retiraron rápido la moto que aplastaba la mitad de mi cuerpo. Inmóvil, el frío me hacía sentir más débil e ida, no sentía mi pierna derecha, quería gritar, sollozar pero no me salía ningún grito, mi mente divagaba lejos de allí, mis ojos fijos sólo veían las piernas de las personas que se aglomeraron a observar lo sucedido y a llamar a la policía, a los bomberos y a recriminarle a mi acompañante por lo ocurrido.
Una mujer se me acercó a tocarme la cara y la mano para ver si aún estaba con ellos, me acariciaba la mano y me decía que ya la ambulancia estaba por llegar.
Lamentablemente o por fortuna, ya no lo sé, nunca perdí la conciencia, estaba casi consiente de todo lo que pasaba en mi entorno aunque parecía un cadáver, pero estaba consiente.
La espera se hizo eterna, ni un ni otro llegaba, hasta que a lo lejos se escucharon sirenas, las personas me dijeron los bomberos; bajaron y me observaron, me empezaron a tocar todo el cuerpo para ver si es que me había lastimado más partes, hasta que llegaron a mi pierna derecha y les dije que me dolía mucho, entonces me cortaron el pantalón para ver si tenía hemorragia interna producto de una fractura, me quitaron el casco y me pusieron un collarín, me trasladaron a una camilla y me subieron a su ambulancia.
Lo que sucedió después aquella noche aún lo recuerdo, es un recuerdo que nunca olvidaré ya que se quedó marcado en mí para siempre.
Sin poderme atender me paseé por un seguro de salud para terminar mi agonía en el hospital María Auxiliadora, el frío, el dolor, la desesperación invadieron mi ser aquella noche, sola sin el cariño y el ánimo de mi familia, entré en la camilla del hospital, las placas confirmaban lo que escapaba a la vista, fractura en el pie y una fisura junto a un probable esguince en el tobillo y varios moretones en la pierna, cadera y brazo.
Esa noche fue la peor de todas, porque el dolor la gobernó, el peor error de todos fue el de no haber dicho no cuando vi la moto, quizás hubiera podido evitar todo esto, inclusive el odio que me tengo por lo que me hice"
El viento golpeaba mis ojos, las lágrimas empezaban a aflorar, entonces decidí bajar la visera del casco, esquivamos a perros y personas.
Ya estábamos por acabar cuando él decidió ir por la pista para llegar a uno de nuestros últimos lugares de entrega cuando pasó ...
Un forado en la pista puso fin al viaje, un cruce indebido y un auto nos hizo perder el equilibrio en aquel endeble artefacto. La luz del faro me hizo cerrar los ojos y el sonido de un golpe en seco me hizo sentir la fuerza del impacto.
Cuando reaccioné, estaba tirada en la húmeda tierra villana, el dolor empezó a recorrer todo mi cuerpo, el llanto empezó a aparecer, me retiraron rápido la moto que aplastaba la mitad de mi cuerpo. Inmóvil, el frío me hacía sentir más débil e ida, no sentía mi pierna derecha, quería gritar, sollozar pero no me salía ningún grito, mi mente divagaba lejos de allí, mis ojos fijos sólo veían las piernas de las personas que se aglomeraron a observar lo sucedido y a llamar a la policía, a los bomberos y a recriminarle a mi acompañante por lo ocurrido.
Una mujer se me acercó a tocarme la cara y la mano para ver si aún estaba con ellos, me acariciaba la mano y me decía que ya la ambulancia estaba por llegar.
Lamentablemente o por fortuna, ya no lo sé, nunca perdí la conciencia, estaba casi consiente de todo lo que pasaba en mi entorno aunque parecía un cadáver, pero estaba consiente.
La espera se hizo eterna, ni un ni otro llegaba, hasta que a lo lejos se escucharon sirenas, las personas me dijeron los bomberos; bajaron y me observaron, me empezaron a tocar todo el cuerpo para ver si es que me había lastimado más partes, hasta que llegaron a mi pierna derecha y les dije que me dolía mucho, entonces me cortaron el pantalón para ver si tenía hemorragia interna producto de una fractura, me quitaron el casco y me pusieron un collarín, me trasladaron a una camilla y me subieron a su ambulancia.
Lo que sucedió después aquella noche aún lo recuerdo, es un recuerdo que nunca olvidaré ya que se quedó marcado en mí para siempre.
Sin poderme atender me paseé por un seguro de salud para terminar mi agonía en el hospital María Auxiliadora, el frío, el dolor, la desesperación invadieron mi ser aquella noche, sola sin el cariño y el ánimo de mi familia, entré en la camilla del hospital, las placas confirmaban lo que escapaba a la vista, fractura en el pie y una fisura junto a un probable esguince en el tobillo y varios moretones en la pierna, cadera y brazo.
Esa noche fue la peor de todas, porque el dolor la gobernó, el peor error de todos fue el de no haber dicho no cuando vi la moto, quizás hubiera podido evitar todo esto, inclusive el odio que me tengo por lo que me hice"
Bueno esto fue lo que me pasó aquél día y el porque no he escrito nada en el blog, pues con el yeso no me podía movilizar a ningún lado. Esta historia es para que cuando salgan siempre tengan en cuenta que los accidentes pueden pasar pero que también se pueden evitar, creanme, se pueden evitar, por favor que no les pase lo mismo que me pasó a mí, que la historia no se repita ...
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