Ahhhh ... sí creo que esa sería la palabra que describe mi expresión después de ver la película e inclusive durante ella también.
Es que este pequeño robot se roba el corazón de todo el mundo, es tierno, inocente, recontra amigable, curioso y un largo etc., así es Wall·E, un simpático robot programado para limpiar los desperdicios dejados en la tierra.
Desperdicios dejados en la tierra?? exactamente eso escribí, esta película podrá ser muy tierna y divertida pero también nos enseña bastante de como será nuestro futuro si no nos ponemos un alto con grado de suma urgencia.
El planeta donde habita Wall·E y su cucarachenta amiga está en completo desastre debido a las consecuencias de la contaminación ambiental iniciada por el hombre y que en la "actualidad", 2700 aprox, pues no existe vida como la conocemos, entonces la única opción es abandonar el planeta mientras los robots la vuelven habitable nuevamente y de eso se encarga nuestro amigo Wall·E.
Por otro lado, también durante el film se ve como parte vital de la vida del nuevo ser humano la total dependencia con la tecnología que se ve representada en robots que hacen todo lo que debemos de hacer por nosotros mismos, libros que se leen solos, el uso de sillas "especiales" que son usadas como único medio de transporte junto a un monitor con el cual se interactúa todo el tiempo.
Yo no quiero un mundo como en el que nuestro simpático amiguito vive, no quiero un mundo en el cual mi vida dependa de un robot, no quiero que mi vida se vuelva vacía, superficial, no quiero un mundo en el cual se tenga que emigrar al espacio porque la Tierra ya no es habitable, no quiero eso para mí, ni para las futuras generaciones y ... tú?
Vayan al cine a verla, Wall·E encierra más cosas que las que estoy contando en este post.
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